El pino: 3
-¡Ah! – pensaba el árbol, - ¡cuándo llegará la noche!, ¡ cuándo encenderán las luces! ¡Y qué sucederá luego!¿Vendrán acaso los árboles del bosque a verme?¿Volarán los gorriones contra los cristales?¿Echaré raíces y creceré aquí invierno y verano tan hermoso y adornado? ¡Qué bien enterado estaba! Pero de pura impaciencia tenía dolor de corteza y eso para el árbol significa lo que para nosotros dolor de cabeza. Por fin encendieron las luces. ¡Qué resplandor! ¡Qué magnificencia! El árbol temblaba en todas las ramas, de modo que una cuantas pinochas prendieron fuego en una de las luces. ¡Cómo quemaba! -¡Gran Dios! – exclamaban las señoritas, y lo apagaron inmediatamente. Y el árbol no debía temblar siquiera. ¡Qué miedo! Estaba tan preocupado y pensando que podaría perder algo de su adorno, y de tanto resplandor estaba aturdido. Abrióse de repente la puerta y un gran número de niños se precipitó a la habitación, como si hubiesen querido...
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