El papá de las bellezas: 05
Capítulo V 05 Pág. 05 de 11 El papá de las bellezas Felipe Trigo En auto, naturalmente, y con otro gran señor auténtico, el marqués de Guanaján, vestidos los dos de smoking, el duque filaba hacia la Ciudad Lineal, para ver las luchas romanas, por la bella luna de los campos. Había comido con Luz, aunque por hallarse en fondos pudo hacerlo en restorán, y caballerescamente la había devuelto sus mil pesetas -aparte de haberla llevado un regalillo. ¡Oh, no! ¡Él no explotaba á sus hijas, pobrecitas!... Cuando el juego le favorecía, reintegrábalas, incluso con largueza. Era su savoir faire. Era su modo de inspirarlas cariño y confianza, y de no pasar con ellas por un granuja maqueroc ó por un padre sin decoro. Llegaron. Pasaron á la cancha. El público rugía. Vervet se daba de trompazos con el negro Anglio. Cerca de la mesa del duque y del marqués, tomaba asimismo cerveza una huéspeda gentil de la Cañón. Decíase que aquella chica, histérica ó...
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