El Niño de Guzmán: 03
Capítulo III 03 Pág. 03 de 13 El Niño de Guzmán Emilia Pardo Bazán Centellitas La conversación prorrumpió con ciertas observaciones, entre encomiásticas y críticas, que hizo el Duque a la lista de platos. Sin meterse en si es o no elegante consultar esa cartulina -golosos y glotones de altísima escuela afirman que conocer la lista de antemano es cohibir el ensueño gastronómico y además poner en duda la infalibilidad del jefe-, don Gaspar nunca perdonaba el menú: servíale de guía para hacer ciertas concesiones al método que los facultativos le mandaban seguir, temerosos de que la gota subiese de las extremidades a los focos de la vida. Cuando se quejaba -con efusión y verbosidad de egoísta, que impone a los demás lo que a él solo interesa-, don Servando Tranquilo, siempre chancero, citaba con énfasis: Ya me comen, ya me comen por do más pecado había... Bien había pecado por el estómago el Duque, merecedor de largo ayuno en el...
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