El mundo del silencio
Los precursores Al principio de su obra El mundo del silencio, Jacques-Yves Cousteau pone estas palabras en boca de Frédéric Dumas: «Un día del verano de 1938 me hallaba sobre las rocas cuando vi a un verdadero hombre pez en un estado de evolución mucho más avanzado que el mío. Nunca sacaba su cabeza del agua para respirar, y, después de una zambullida, brotaba agua de un tubo, uno de cuyos extremos estaba introducido en su boca. Me quedé sorprendido al ver que en los pies llevaba aletas de goma. Permanecí admirando su agilidad y esperé que sintiese frío y se viese obligado a salir del agua. Era el teniente de navío Philippe Tailliez. Su fusil submarino estaba basado en la misma teoría que el mío, pero sus lentes eran mayores que los que yo llevaba. Me dijo dónde podría encontrar gafas y aletas y cómo podría construirme un tubo para respirar, con ayuda de una vulgar manguera de jardín. Convinimos en un día para salir juntos de caza. Este día constituyó un importante episodio en mi vida submarina.»
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