El final de Norma: Tercera parte: Capítulo VI
El final de Norma Capítulo VI de Pedro Antonio de Alarcón Quince días después de la muerte de mi padre se detuvo un lujosísimo caballero en la puerta del Silly. Pidió hospitalidad y fue admitido. Mi tío y yo pasamos al gran salón de los Condes, y dimos orden de que introdujeran al huésped. Abriose la puerta, y uno de nuestros servidores anunció: -El jarl Rurico de Cálix. Mi tío se adelantó a recibir al recién llegado. Yo creí morir al verlo entrar. ¡Era el cazador montañés que tanto aborrecía! Era el Capitán del Leviathan, a quien ya conocéis. -Señora... -dijo el joven, inclinándose fríamente ante mí-. Si no tuviéramos el sentimiento de llorar la muerte del jarl de Silly, él me presentaría a vos entre sus brazos y os diría la alta consideración con que soy vuestro admirador más humilde y apasionado. -Recibid, señor... -le contesté-, la ofrenda de mi gratitud. Yo bendigo en vos al que en otro tiempo me conservó un padre... que después...
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