El doctor Centeno: 41
El doctor Centeno Tomo II de Benito Pérez Galdós Principio del fin : IV ¡Y qué bien durmió aquella noche! Las doce serían cuando Felipe se aventuró a despertarle. Toda la tarde estuvo charla que charla, y habría salido a la calle, si Cienfuegos no se lo prohibiera por estar el tiempo frío y amenazando lluvia. Como tenía algún dinero, mandó traer comida de la fonda. ¡Lástima grande que el apetito le faltara! Era muy extraño que apeteciera este y el otro plato y que en el momento de verlo delante, le entraran tan invencibles repugnancias. Esto le ponía triste, y decía: «¿Sabes tú, Felipe, una cosa que yo creo que comería con gana?, pues cañamones. Si mi tía me mandara... Creo que con esto me volverían las ganas de comer y me pondría bueno». Benditos platos traídos de la fonda, no os podrías quejar del desaire que el amo os hacía, porque en cambio, el criado os trataba con grandes miramientos. Así estaba él de nutrido y saludable, y así echaba...
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