El conde de Montecristo: 1-04
El conde de MontecristoPrimera parte: El castillo de IfCapítulo 4
de Alejandro Dumas
Capítulo cuartoComplot
Danglars siguió con la mirada a Edmundo y a Mercedes hasta que desaparecieron por uno de los ángulos del puerto de San Nicolás; y volviéndose en seguida vislumbró a Fernando que se arrojaba otra vez sobre su silla, pálido y desesperado, mientras que Caderousse entonaba una canción.
-¡Ay, señor mío -dijo Danglars a Fernando-, creo que esa boda no le sienta bien a todo el mundo!
-A mí me tiene desesperado -respondió Fernando.
-¿Amáis, pues, a Mercedes?
-La adoro.
-¿Hace mucho tiempo?
-Desde que nos conocimos.
-¿Y estáis ahí arrancándoos los cabellos en lugar de buscar remedio a vuestros pesares? ¡Qué diablo!, no creí que obrase de esa manera la gente de vuestro país.
-¿Y qué queréis que haga? -preguntó Fernando.
-¿Qué sé yo? ¿Acaso tengo yo algo que ver con...? Paréceme que no soy yo, sino vos, el que está enamorado de Mercedes. «Buscad...
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