El cisne de Vilamorta: 15
Capítulo XIV 15 Pág. 15 de 29 El cisne de Vilamorta Emilia Pardo Bazán Nieves pasó la noche intranquila, y al despertar, los recuerdos de la víspera se le ofrecieron dudosos y como soñados; no acababa de dar crédito a la realidad de aquella singular osadía de Segundo, aquella toma de posesión directa, aquel apasionado ultraje que ella no supo resistir. ¡En qué grave compromiso la ponía el atrevido del poeta! ¿Y si alguien lo había notado? Al despedirse de las chicas que la acompañaban en el balcón, ellas se reían de un modo así... particular. Carmen Agonde, la muchachona gruesa, con sus ojos dormilones y su genio de pastaflora, descubría a veces tanto la hilaza de la malicia... Pero quia... ¿cómo habían de ver nada? El chal argelino era largo y cubría todo el cuerpo... Y Nieves tomó el chal, se lo puso y se miró con dos espejos para cerciorarse de que con aquella prenda no podía verse un brazo pasado alrededor de un talle... Estaba en esta...
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