El audaz: 29
El audaz Capítulo XXIX de Benito Pérez Galdós Capítulo XXIX - El dictador Susana, después de la partida de Muriel quedó tan agitada, que no se encontraba bien de ningún modo, y ya recorría la habitación, ya se sentaba, ya abría la puerta para respirar el aire exterior. Tenía el presentimiento de que algo terrible iba a pasar aquella noche, y no podía contenerse dentro del reducido espacio del cuarto, donde no se oía otro rumor que la tranquila y acompasada respiración del pobre Pablillo, embebido en un sueño feliz y ajeno a cuanto pasaba en torno suyo. A veces se oía también el ronquido agudo y cadencioso de D. Lino, que dormía en la habitación inmediata con sueño tan profundo y dichoso como Pablillo. De tiempo en tiempo, pasos precipitados resonando en el pasillo indicaban la alteración impaciente del padre Matamala, que tenía costumbre de hacer ejercicios de cuerpo en los momentos de inquietud moral. Susana no pudo resistir más tiempo su apremiante...
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