El Anti-Maquiavelo - Capítulo VI
De los principados que se adquieren por el valor personal y con las armas propias. Sugerimos leer el Capítulo 6 de El Príncipe primero Si los hombres no tuviesen pasiones sería encomiable que Maquiavelo tratase de adjudicarles algunas. Sería un nuevo Prometeo robándose el fuego celestial para darle vida a unos autómatas. Pero la realidad es muy distinta; ningún hombre carece de pasiones. Cuando son moderadas forman el alma de la sociedad; pero cuando se les sueltan las riendas, causan su desgobierno. De todos los impulsos que tratan de enseñorearse de nuestra alma, no hay ninguno más desastroso para quienes sienten su efecto, ni más contrario a la sensibilidad, ni más dañino a la paz del mundo, que la ambición desenfrenada y el irresistible afán por una falsa gloria. Un individuo privado que tiene la desgracia de haber nacido con estos impulsos termina siendo más miserable que ridículo. Vivirá ignorando el presente y existirá sólo en función de un futuro...
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