Dos mujeres: 26
Capítulo XXV 26 Pág. 26 de 34 Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda Tres días pasaron después de haber recibido y contestado la condesa la carta de su amante, sin que tuviese noticias suyas. No era preciso tanto para exaltar aquella alma naturalmente extremada. La desesperación se apoderó de ella y horribles resoluciones se sucedieron unas a otras sin dar lugar a la ejecución. Su dolor no era el dolor profundo y resignado de Luisa: Era el dolor en toda su energía, en toda su violencia, en todo su delirio. Dos veces saliose a pie, sola y frenética en medio del calor del día, con ánimo de llegar de aquel modo en presencia de su feliz rival y de su débil amante, y darles un espectáculo cruel traspasándose el corazón a vista de ambos. Dos veces también la siguieron sus criados en mitad de la noche, y la vieron vagar desatinada por los alrededores de la quinta, y detenerse horas enteras al borde de un hondo estanque, como si leyese en sus turbias...
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