Dos mujeres: 09
Capítulo VIII 09 Pág. 09 de 34 Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda Carlos conoció que se había engañado al temer hallarse en incómoda sujeción en la casa de su prima política. Muchos días pasaban sin siquiera ver a Elvira sino a la hora de comer, ocupada enteramente como lo estaba en sus numerosas visitas y diversiones, y cuando era invitado por ella un rato de conversación por las mañanas, no hallaba tan insoportable como al principio la había juzgado, su voluble locuacidad. Elvira era una persona tan dulce y complaciente, de trato tan franco y fácil que no imponía ninguna especie de sujeción, y cuando se la había conocido lo bastante para hacer justicia a su buen corazón, se perdonaba fácilmente la frivolidad y ligereza de su carácter. Carlos llegó hasta gustar de su insustancial y voluble cháchara, y no evitaba ya los momentos raros en que podía verla en su casa, pues, aunque ella le instase repetidas veces a acompañarla a los...
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