Del frío al fuego: 23
Capítulo XXII 23 Pág. 23 de 27 Del frío al fuego Felipe Trigo Con el ajetreo de anoche, que nos salvó siquiera del carbón, ha habido sujeto que no ha dado rumor de sí (como llámale Pascual al despertar) hasta las tres de la tarde. El relojero pinta el cartel de la función -rodeado de un grupo de mirones- en tertulia con la india y con el indio y con la miss, con la otra india del doctor Roque y con éste, quienes han formado rancho aparte desde el día de la francesa; Lucía y yo acabamos por sentarnos con ellos, lejos del grupo de la proa, donde está Sarah leyendo folletines -Lucía por hablar en inglés con la miss, yo por ver pintar... y por oírle acaso el inglés a Lucía. No, no, pinta bien este relojero. Tiene el cartón orlado de alegorías, con los felices apuntes que ha ido tornando de Singapoore, de Colombo..., bajo una vista de aquellos anchos lagos del canal. ¿Por qué, si es un demostrado badulaque, pinta bien y toca no mal el violín?... Sin...
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