De Cartago a Sagunto : 7
De Cartago a Sagunto : 7 de Benito Pérez Galdós En Chinchilla, donde bajamos a confortar nuestros estómagos con el agua de castañas almidonada que llaman café con leche los fondistas de las estaciones, me puso la mano en el hombro un señor a quien al pronto no conocí. Era David Montero, totalmente transfigurado de ropa y rostro. Tenía la facha de un clérigo vestido de seglar. Se había quitado barba y bigote, y disimulaba con ligero tinte las canas de las sienes y de la nuca, bajo un gorro de terciopelo negro como el que usan los párrocos de aldea. «Hablemos quedito -me dijo sentándose junto a mí-, y no pronuncie usted mi nombre. Ya ve que voy disfrazado. Me escapé hace días, y en casa de un amigo de Balsicas me vestí de máscara para marcharme a Madrid... Leona me mira sonriendo. Sin duda me ha conocido. Adviértale que no venga ahora con aspavientos y que no me llame por mi nombre... Ya...
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