David Copperfield - Segunda Parte - Capítulo IV
David Copperfield Segunda Parte: Capítulo IV de Charles Dickens Era una cosa deliciosa el tener aquel distinguido castillo para mí solo y sentirme, cuando cerraba la puerta, como Robinson Crusoe cuando, después de encerrarse en sus fortificaciones, retiraba la escala tras de sí. Era una cosa deliciosa el pasear por la ciudad con la llave de mi casa en el bolsillo y saber que podía invitar a quien me pareciese, completamente seguro de que no molestaba a nadie, de no ser a mí mismo. Era una cosa deliciosa el salir y entrar cuando me parecía, sin tener que dar cuentas a nadie, y el tocar la campanilla para que mistress Crupp subiera, toda sofocada, de las profundidades de la tierra cuando la necesitaba (y cuando le daba la gana subir). Todo esto, digo, me parecía la cosa más encantadora; pero, debo decirlo también, había veces en que me parecía triste. Por las mañanas era delicioso, y sobre todo en las mañanas hermosas. Con la luz del día me parecía aquella una vida...
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