Caballería maleante: 3
Caballería maleante Capítulo III de Joaquín Dicenta Asomó una vieja por el ventanillo su cara, llena de arrugas y manchones. A los reflejos de la luna parecía silueta de aquelarre. Acercóse el criado, acompañante de Manolo, a platicar con ella, y la puerta se franqueó, cediendo paso al estudiante. El gañán hizo camino al pueblo. -Entre el señor -gangueó la vieja- y la Virgen de las Angustias pague a su mercé la visita. Con estos horrores no hay alma que aporte por mi casa. De mó que se anda malamente. ¡Poco alegres van a ponerse las dos niñas en sabiendo que sepan la visita de su mercé! ¡Frasquita! ¡Mariquilla de la O!... ¡Echar a los ojos el alma, que hay un caballero!... Era Frasquita rubia, de ojos azules, que llameaban tras las pestañas retorcidas; sus labios, al entreabrirse, mostraban unos dientecillos de nácar; el talle teníalo juncal, el pecho alto, las caderas redondas, menudos y arqueados los pies. Sobre su pelo, ceñido a la cabeza como un...
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