Bodas reales: XXXIII

22/10/2009 2.975 Palabras

Capítulo  XXXIII Pág. XXXIII de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós Vieron los chicos, no muchos días después, que entraba en la casa el clérigo de más exigua talla que sin duda existía en toda la cristiandad, D. Ventura Gavilanes, y al punto comprendieron que era el confesor manchego solicitado por su buena madre con tanta piedad como patriotismo. Mantuviéronse los muchachos silenciosos en su habitación, mientras Doña Leandra, que ya no salía del lecho, confesaba con el cura minúsculo; y cuando su hermana Lea les dijo que muy pronto se traería el Viático, hicieron sus cálculos para la distribución del tiempo en aquella tarde, pues no podían ni querían dejar de asistir a la piadosa ceremonia en su casa y al propio tiempo deseaban echar un vistazo a los Príncipes franceses, Aumale y Montpensier, que harían su entrada solemne en la Corte; suceso extraordinario y aparatoso que despertaba curiosidad vivísima en el vecindario de los...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info