Bendición de la tierra - Libro Segundo. Capítulo 8
El descanso no es duradero en el hogar de Axel; con las tormentas otoñales le sobrevinieron una labor penosa y unas molestias que él mismo se había acarreado: el telégrafo instalado en su casa le anunciaba averías en la línea. La codicia le había perdido al aceptar la inspección de la línea. Le costaba disgustos desde el principio. Brede Olsen le había amenazado en cierto modo, cuando fue a su casa para recoger el material y las herramientas destinadas a la línea telegráfica. —¿No piensas ya –le había dicho– en que te salvé la vida este invierno? —Me salvó la vida Oline –replicó Axel. —¿No fui yo quien te cargó sobre su pobre espalda y te llevó a tu casa? Por remate, no se te ocurrió otra cosa que comprar mi granja en subasta, dejándome sin techo para el invierno. Brede estaba hondamente afligido. —Anda con tu telégrafo y con todo lo demás –añadió–. Yo y mi familia iremos al pueblo y allí montaremos lo que tú no entiendes; algo así como...
Está viendo el 4% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas