Apéndice 3. La ambición de volar
EL antiguo sueño de Icaro revivió en Leonardo, un artista fascinado por el vuelo de los pájaros, especialmente de aquellos que pasan mucho tiempo planeando en el aire. ¿No podría el hombre hacer algo parecido? Durante largos años, generalmente en secreto, Leonardo trató de inventar una máquina capaz de llevarle por el aire. La leyenda griega cuenta que Minos, el rey de Creta, encargó a Dédalo la construcción del laberinto donde deseaba encerrar al Minotauro. Dédalo no tuvo suerte: Cuando terminó el laberinto, el rey le encerró dentro de su obra junto a Icaro, su hijo predilecto, con el evidente propósito de acabar con ambos. Ya encerrado, Dédalo no se quedó con los brazos cruzados. Este mítico inventor fabricó, con cera y plumas, unas alas para su hijo, que podría salir volando como un pájaro, con la condición de no acercarse demasiado al sol. Embriagado por el placer de volar, Icaro olvidó pronto las palabras de su padre, se aproximó al sol, se derritieron sus...
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