Ángel Guerra: 128
Ángel Guerra Tercera parte - Capítulo VI – Final de Benito Pérez Galdós VI Fue puesto en libertad D. Pito en la mañana de aquel día, y con toda la presteza que le consentía su pata momia, corrió a la calle del Locum, ávido de ver a su maestro y protector. Temblaba el pobre viejo, y por más esfuerzos que hizo para no llorar, no pudo lograrlo, y lágrimas ardientes corrían por las rugosidades de su cara de corcho. Para en valentonarse y disimular su emoción, empezó a echar de la boca, al ver a Guerra, todas las especies picantes de su repertorio; y le besó repetidas veces la mano, diciendo que se casaba con los once mil millones de vírgenes, con el caballo blanco de Santiago y con todo lo casable. «No te tienes que morir, nostramo -añadió sorbiéndose el moco-, porque aquí estamos los fieles amigos para impedirlo por el santísimo escapulario de la Virgen del Carmen, y por los reverendísimos clavos de todita la recopilación geodésica y mareante del...
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