Amalia: 3
Amalia: Las cartas Primera parte, Capítulo 3 de José Mármol En el patio de su casa, Daniel dio su caballo a Fermín, y orden de no acostarse, y esperar hasta que le llamase. En seguida, alzó el picaporte de una puerta que daba al patio, y entró en un vasto aposento alumbrado por una lámpara de bronce; y tomándola, pasó a un gabinete inmediato, cuyas paredes estaban casi cubiertas por los estantes de una riquísima librería: eran el aposento y el gabinete de estudio de Daniel Bello. Este joven, de veinte y cinco años de edad; de mediana estatura, pero perfectamente bien formado; de tez morena y habitualmente sonrosada; de cabello castaño, y ojos pardos; frente espaciosa, nariz aguileña; labios un poco gruesos, pero de un carmín reluciente que hacía resaltar la blancura de unos lindísimos dientes; este joven, de una fisonomía en que estaba el sello elocuente de la inteligencia, como en sus ojos la expresión de la sensibilidad de su alma, era el hijo único de Don...
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