A fuego lento: 42
A fuego lento
de Emilio Bobadilla
Capítulo XII
La casa de salud estaba en Neuilly. A la entrada había un jardín plantado de acacias, pinos, castaños y sicomoros. En una gran muestra que daba sobre la calle se leía: Hydrothérapie médicale.
El doctor ocupaba un cuarto del segundo piso, con un balconcito, sobre el jardín, cubierto por una enredadera. De cuando en cuando se veía la cornette blanca de alguna hermana de la Caridad que subía con una taza de caldo.
Aquello, más que hospital, parecía por lo silencioso, pulquérrimo y apacible, una granja holandesa.
Contiguo al cuarto del enfermo estaba el de Rosa que no cesaba de prodigarle todo género de cuidados. Por la mañana le lavaba el cuerpo con agua tibia y alcohol de pino; luego le daba fricciones secas en ambos lados de las vértebras, le atusaba la barba y, si hacía sol, le sacaba al balcón en una silla.
El paciente iba poco a poco reponiéndose.
-Ya verá usted, compañero -le decía el médico de la casa de...
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