La fille d’alliance de Montaigne
La fuerte relación afectiva e intelectual entre Gournay y Montaigne ha dado lugar a muchas especulaciones,[1] a pesar de que las relaciones de este tipo eran comunes en el siglo xvi.[2] a ello ha contribuido, probablemente, la diferencia de edad —ella tenía veintitrés años y él cincuenta y cinco cuando se conocieron— y, sin duda, la libertad de aquella al expresar sus sentimientos, los cuales formulaba de muy diversas maneras, unas veces de forma directa y otras teñidos de cierta ambigüedad, a lo que se unen las ideas relativas al amor y la amistad de Montaigne, así como los elogios que de ella hizo y que plasmó en los Ensayos: «Me ha complacido hacer públicas en muchos sitios mis esperanzas sobre Marie de Gournay le Jars, mi hija de alianza —y ciertamente amada por mí mucho más que paternalmente, e implicada en mi retiro y mi soledad, como una de las mejores cualidades de mi propio ser—. No miro sino a ella en el mundo.[3]» Este...
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